Estamos viviendo las últimas etapas del proceso constituyente, el cual culminará el 4 de septiembre con el Plebiscito de salida. No me voy a referir, en esta oportunidad, a la enorme lista de contradicciones que hemos visto en todo este tiempo al interior del órgano (con algunas excepciones…), así como a la polarización de temas que son fundamentales para la ciudadanía (pensiones, salud…). Mientras un considerable número de compatriotas enfrenta las consecuencias de la inflación; aún se mantienen esperanzas de que en la “Casa de Todos” se escuchó la voz de la ciudadanía.
Para esta nueva y última etapa, tres comisiones se integran al trabajo de la Convención: Armonización, Normas Transitorias y Preámbulo, al que se dará inicio el 17 de mayo en Antofagasta.
Armonización será la encargada de revisar el borrador de nueva Constitución, velar por la calidad técnica, coherencia (no puede modificar ni reemplazar las normas constitucionales aprobadas. Normas Transitorias, deberá discutir y votar una lista de artículos que apunten a generar una transición entre la actual y la nueva Constitución; y Preámbulo, con la redacción que inicia el proyecto de nueva Carta Magna.
Nuestro país tiene sentido de urgencia en temas que demandan la necesidad de cambios profundos. Cada uno de nosotros , los y las convencionales, es portavoz de esos temas; representamos a distintos sectores de la ciudadanía que esperan que, en este órgano, más que una refundación plasmada de incertidumbres, se actúe con la mayor coherencia y sentido de unidad.
Tenemos el deber de actuar de esa manera, en una casa abierta que reúne a un universo de personas y territorios; y dejar conforme a una gran mayoría de chilenos y chilenas (casi un 80 por ciento) que pidió una nueva Constitución.
Será a partir del 4 de julio y hasta el 4 de septiembre que las ciudadanía tendrá la posibilidad de conocer el texto íntegramente, y también de verificar si es la Constitución que representará a esa inmensa mayoría.
