La mascota de Gabriel Boric saltó a la fama en el mismo momento en que
le crearon dos cuentas en redes sociales, lo cual le granjeó millares
de seguidores y una llamativa advertencia de parte de la Contraloría de
la República. Una señal de los vientos que corren en materia cultural
y que ahora llegan a La Moneda también en clave animalista.
Isabel Frías
Periodista U.C.
Ante cámaras y prensa transmitiendo en vivo, el pasado domingo 19
Gabriel Boric se despidió de su perro y partió a su local de votación
en Punta Arenas.

El gesto generó una oleada de simpatía entre los adherentes del hoy
presidente electo, lo cual motivó a que –dos días después–a la
mascota se le crearan dos cuentas en redes sociales, que han hecho furor
en Twitter e instagram: @BrownieBoric y
www.instagram.com/brownie_presidencial [1], respectivamente
Hasta ahí la anécdota caía en el lado más humano de una áspera
campaña electoral previa.
Salvo por el hecho que –tras el exitazo comunicacional perruno– se
hizo presente “Contralorito”, un personaje gráfico distintivo de la
Contraloría de la República de Chile (CGR).
Utilizando también las mismas plataformas virtuales,
“Contralorito” llamó a Brownie a ajustarse a las normas con que las
autoridades deben operar las redes sociales.
Textualmente dejó advertido a Brownie sobre el peliagudo tema: «¡Hola
@BrownieBoric bienvenido! Feliz de compartir con el primer perro de la
República. Aún no se especifican tus funciones, pero ojo, que, si
compartes información oficial sobre tu dueño, debes ajustarte a la
normativa de uso de Redes Sociales (no podrías bloquear usuarios)».
De esa manera, tan escueta como precisa, la CGR volvía a recordar los
alcances de diversos dictámenes con que ha conminado a los funcionarios
públicos a mantener ciertos estándares de probidad respecto de su
manejo de estas herramientas. Y, por supuesto, de su obligación de
respetar las normativas vigentes, sin importar si son alcaldes,
ministros, subsecretarios u ocupan el sillón presidencial.
PROBIDAD PÚBLICA
Materia aparte es la peculiar modalidad del máximo ente contralor
chileno de abordar materias institucionales mediante el uso de una
caricatura corporativa: El personaje se ha permitido abordar temas como
la probidad de los funcionarios públicos o intentado enseñar a bailar
cueca por redes sociales, además de aprovechar la actualidad noticiosa
para opinar sobre temas públicos.
Desde la otra vereda, con un gran sentido de oportunidad, los
responsables de la cuenta de Brownie respondieron al máximo organismo
fiscalizador chileno: «¡Contralorito! Por supuesto que tengo en cuenta
la importancia de la probidad y los últimos dictámenes de contraloría
en cuanto a esta. No bloquearé a nadie, sólo haré un hoyito en la
tierra y enterraré los malos comentarios, woof (sic)».
Cerrado el diálogo entre ambas partes, los medios se dieron a la tarea
de rastrear el origen del perro, que en rigor pertenece a todos los
miembros del clan Boric Font hace 6 años, gracias a la iniciativa de
Tomás, el hermano menor del mandatario que asumirá en marzo próximo:
Fue él, junto a su polola, quienes quisieron adoptar un cachorro
ofrecido en adopción, a través de internet.
Cuando la pareja llegó a conocer presencialmente a Brownie, se
percataron que tenía un problema en su pata trasera, condición que los
motivó a quedarse con él.
CANES PRESIDENCIALES
Según Tomás Boric, la ahora “mascota presidencial” es
«simpático, gentil, no pelea con otros perros», además de enfatizar
que se trata de un perro quiltro y, por tanto, no tiene una raza
definida ni se conocen sus padres.
Sobre si Brownie será el “primer perro de la República” como se
ha dicho, es bueno recordar que Salvador Allende tenía un particular
gusto por los canes y fue retratado por ilustres fotógrafos con algunos
de ellos, registro que está presente en muestras permanentes del Museo
de la Memoria.

Dicho lo anterior, el primerísimo perro presidencial conocido fue un
ejemplar gran danés que fue propiedad del León de Tarapacá, Arturo
Alessandri Palma, quien también se hizo fotografiar junto a “Ulk”,
el que hoy se exhibe embalsamado en el Museo Histórico Nacional.
Algo de ese influjo tendrá la mascota de la familia Boric Font, pero
que disfrutará de nacer en medio de una cultura masiva digital y una
tendencia pro animal que recorre todo el planeta.
Por lo pronto, es muy relevante decir que –desde ya– la visibilidad
de Brownie aboga por eliminar la venta de mascotas y promover la
tenencia responsable de animales domésticos, a quienes se los visualiza
como seres “sintientes” y quienes –con cierta probabilidad–
podrían adquirir protección constitucional en la próxima Carta
Fundamental.