Chile reutiliza apenas un 3% de estas aguas residuales, muy por debajo de países como Israel que logra reutilizarlas en un 87% y la gran parte de ella se distribuye para riego agrícola. La alarma radica en que la Ley fue aprobada hace más de 4 años, período donde la escasez hídrica se ha convertido en una crisis que crece cada día, encareciendo el precio de los alimentos.
Isabel Frías
Periodista U.C.
Tal vez el lector no sabe lo que son las “aguas grises” y no tiene por qué saberlo, porque se trata de temas medioambientales importantes, aunque resultan muy técnicos de buenas a primeras.
El detalle y la descripción están disponible en el Diario Oficial, medio que publicó 1 de febrero de 2018 se promulgó la ley 21.075 del Ministerio de Obras Públicas que regula la recolección, reutilización y disposición de aguas grises en el país.
Sin embargo, Chile todavía no puede poner en práctica todo lo que allí se dice porque no está disponible el Reglamento correspondiente.
CONSUMO HUMANO Y AGRÍCOLA
Para partir por el principio, la ley explica que las aguas grises son todas aquellas que se utilizan y desechan en los hogares como lavatorios, duchas, tinas de baño, lavaderos y similares.
Es decir, en esta definición quedan “fuera” las llamadas “aguas negras” porque contienen desechos humanos orgánicos o excretas.
La relevancia del tema no está en el riego de los jardines o áreas verdes.
La urgencia proviene, por un lado, del impacto que la sequía está teniendo sobre los precios de los alimentos y la seguridad alimentaria de la población.
El problema actual de escasez hídrica proviene de un escenario complejo de sobreconsumo, monocultivos y crisis climática. La alarma pública, no obstante, está encabezada por la industria agroexportadora del país.
Para ponerlo en contexto, hoy Chile se reutiliza apenas un 3% del agua que se utilizan al interior de los hogares. Este porcentaje está muy por debajo de Israel –cuyos territorios se parecen demasiado a Tarapacá– y donde la reutilización hídrica alcanza el 87%, un volumen que se destina principalmente al riego agrícola.
En otras naciones, como en Singapur por ejemplo, han invertido en tecnología que les permite usar las aguas grises para abastecer el consumo humano ya que es de alta calidad: Mejor que tomar agua mineral por la cual hay que pagar dos costos adicionales; uno en dinero y, otro, en costo medioambiental por la huella de carbono que dejan en el planeta las botellas plásticas.
A nivel nacional, existen diversas iniciativas (aisladas) aplicadas a la reutilización de aguas grises y –de acuerdo a la opinión de entidades especializadas– han operado de manera espectacular. Se trata de experiencias llevadas adelantes en algunos colegios y municipalidades bajo el formato de proyectos piloto. No obstante, aunque en efecto Alto Hospicio e Iquique podrían replicar esos modelos, el sentido común apunta que debiera ser la política pública y el Estado el que debe actuar de manera robusta y “con sentido de urgencia”, como coinciden todos los gobernadores regionales.
FOCO EN LAS QUEBRADAS
El punto de quiebre de la Ley 21. 075 es una historia para “lectores duros” ya que requiere aplicación y paciencia, al igual que muchos otros cuerpos legales: Una vez que aquella estuvo aprobada, los procedimientos o regulaciones que deben hacerse de manera posterior quedaron en manos del Ministerio de Salud.
Fue así como el Minsal dictó el decreto Nº 5 sobre Condiciones Sanitarias Básicas para la Reutilización de Aguas Grises, el que fue revisado por Contraloría General de la República, pero esta última institución realizó “observaciones de forma y de fondo” porque se topaba con disposiciones que resguarda el ministerio de Vivienda y Urbanismo. En otras palabras, el asunto se fue complejizando porque –como en todo lo legal y constitucional también– las contradicciones legales generan letra muerta e inacción.
Un año después de todo lo anterior, recién la semana pasada, ese el texto volvió al área jurídica del Minsal para que lo reingrese a la Contraloría, ahora “ajustado a Derecho” como dicen los abogados.
Sin embargo, durante estos más de cuatro años con una ley que no se aplica, muchas entidades como la Fundación Chile han tenido tiempo para estudiar el asunto y abren nuevos flancos: Dicen que las leyes adquieren obsolescencia, por un lado. Y, por otro, apuntan a que esas aguas grises se podrían verter en quebradas y zonas agrícolas, ya que para al consumo humano se requiere de un sistema tecnológico de alcantarillado que el país no posee.
