El huevo salió ya de la Lista Negra de alimentos, no existe ningún fármaco que supere el efecto de la actividad física regular, el azúcar puede ser más dañino que las grasas. Éstos y y otros datos que cambian completamente el panorama de las creencias populares.
Isabel Frías
Periodista U.C.
A finales de la década de los ‘70, la nutrición bombardeó al mundo entero con artículos y estudios científicos que impactaron en el inconsciente colectivo de una manera determinante. En cosa de un par de años, se comenzó a dar por sentado ideas tan radicales como: se deben comer 3 huevos a la semana como máximo, el aceite de girasol es más apropiado que el de oliva porque el colesterol estaba al acecho de nuestra salud.
Pasado el tiempo, éstas y otras ideas han sido puestas a prueba por la Ciencia de manera más rigurosa y se han ido despejando medias verdades. O sea, esas mentiras a medias que es necesario aclarar.
«Se está diciendo que la industria del azúcar está detrás de todo esto», apunta Eduard Baladia, responsable del Centro de Análisis de la Evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética. «Pero lo cierto es que manejamos datos muy consistentes para apoyar que el colesterol malo, o LDL, tiene efectos negativos sobre el organismo. Y hay indicios de que la industria láctea y la industria cárnica están moviendo sus hilos para convencer a la opinión pública de que consumir grasas no representa ningún problema».
- El riesgo de un nivel alto de colesterol no es igual para todas las personas.
Afirmativo. Los índices de colesterol –al igual como acontece con la hipertensión y la diabetes– deben ser analizados caso por caso por el médico, pues no es lo mismo una persona con colesterol alto sin otros factores de riesgo que son tener más de 55 años, comer muchos productos ultraprocesados y haber padecido un episodio cardiovascular.
- La comida es importante, pero no por su colesterol
Los estudios científicos han logrado determinar que apenas entre el 15% al 20% del colesterol sanguíneo proviene de la alimentación y que el organismo sintetiza entre el 80% y el 85% restante. Es decir, “importa más no consumir grasas parcialmente hidrogenadas (“grasas trans”) y alejarse del azúcar”.
- El demonio de la Pastelería
El efecto de demonizar las grasas saturadas ha provocado que las personas hayan cambiado hábitos buenos por otros en verdad peligrosos. Concretamente, los expertos europeos han constatado que –al huir de las grasas trans– se ha derivado en el consumo excesivo de carbohidratos refinados como son las galletas de factura industrial y toda la pastelería en base a azúcar y harinas blancas.
La conducta correcta estaría entonces en preferir fruta entera (no zumos ni concentrados), proteínas (huevos, carnes, legumbres) y grasas no trans, ojalá utilizar aceite de oliva.
- Los huevos vuelven a ganar aplausos
El conocimiento científico existente se renueva periódicamente a la luz de cada evidencia que se descubre, y el caso de los huevos es un ejemplo de libro porque allí se establece que «hay correlación pero no causalidad entre el consumo de huevos y la mortalidad. Y ni siquiera ésta es muy fuerte», sostienen. Hoy una nueva verdad científica se impone: cualquier persona sana puede comer de forma segura un huevo diario.
- Con tantas “estatinas” recetadas para bajar el colesterol, ¿por qué no hay menos infartos?
Esta es una de las preguntas estrella que plantea el documental “Colesterol, el gran engaño”, una producción francesa de 2016 dirigida por Anne Georget. Allí se aprecia una gráfica de 2004, donde las hospitalizaciones de individuos por infarto en Reino Unido se han mantenido estables a pesar de haberse prescrito estatinas a miles de británicos desde 1996. Esto lleva al cardiólogo e investigador francés Michel de Lorgeril a concluir en un momento del filme: «Obviamente, si las estatinas fueran eficaces en la prevención del infarto, habríamos visto una disminución en las hospitalizaciones por infarto…, y no es eso lo que sucede».