Juan Francisco Ortún Quijada
Académico Escuela de Comunicaciones, U.Central
La noticia es reciente. Viajó raudamente y se esparció como reguero acuoso y vertiginoso por los
pasillos de Quilín y de otros lugares vinculados al fútbol, incluyendo al de los hinchas.
Chile se quedó sin mundial; le quitaron el mundial a Chile; la FIFA se ensañó con Chile, fueron
algunos de los comentarios y titulares que llenaron las redes sociales y levantaron preliminares
voces pidiendo explicaciones de esta ignominiosa medida. Algunos clamaban la salida del timonel
del balompié chileno; otros llamaban a salir a la calle a protestar, incluso la presidencia del país se
mostró inquietante y se refirió al tema en cuestión.
Más allá de las sensaciones que esta noticia está causando, más allá del revuelo que se ha
levantado en el hincha y más allá del sentimiento del ciudadano que se puede sentir pasado a
llevar en lo más profundo de su ser, me parece que hay que aclarar algunos conceptos y un
análisis un poco más profundo de esta información.
Chile nunca estuvo designado como país organizador del mundial de fútbol del año 2030, jamás
eso estuvo determinado, ni siquiera la posibilidad de hacerlo conjuntamente con Argentina,
Uruguay y Paraguay. Fue una postulación que se vería con el tiempo y que ahora, con esta noticia
recibida, tampoco significa una exclusión completa en materia organizativa.
Aclaremos el panorama; despejemos dudas acerca de esto: El mundial de fútbol del año 2030 se
realizará en Portugal, España y Marruecos. Eso está claro. La posibilidad que tenía Chile, como la
de los otros tres países sudamericanos mencionados anteriormente, era la de organizar un solo
partido de esa justa deportiva, nada más.
Las explicaciones dadas son aún incipientes y habrá que esperar que se pronuncien los líderes de
la FIFA y de la Conmebol. Por lo que se sabe, Argentina tiene el privilegio por ser el campeón del
mundo actual. Uruguay por ser el organizador del primer mundial en el año 1930 y Paraguay por
ser la nación donde se erige el magno edificio que dirige los destinos del fútbol continental.
Podemos estar de acuerdo o no con esa explicación, pero también podemos verlo desde otro
punto de vista, por ejemplo, declarar cuáles serían las virtudes de nuestro fútbol para estar
incluido en ese plano.
Tendrán asidero las emitidas por el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, quien,
burlonamente dijo que esta medida “no significa que no trabajarán para darle algo a Chile”. Es
preferible que no nos den nada y que sus limosnas las usen entregándoselas a sus sostenedores.
Esta negativa de que Chile no pueda organizar un encuentro de ese mundial plantea muchas
interrogantes: ¿pasará por las casas de apuestas que dominan nuestro balompié?; ¿Será por las
sociedades anónimas que con su opacidad manejan muchos clubes chilenos o tal vez por las
denigrantes acciones de quienes se dicen barristas y que muestran semanalmente su nefasto
espectáculo?; ¿Tendrá que ver la caída deportiva de la “Roja de Todos” a nivel de resultados y de
estancamiento de nuevas figuras?;¿Tal vez el caso Jadue y su aún inconclusa condena?
Son preguntas que, tal vez con el correr de los días se puedan ir disipando. Por ahora,
demostrémosle al orbe deportivo que somos capaces de organizar unos Juegos Panamericanos y
Panapanamericanos de lujo en su tercer intento. Después veamos si las declaraciones del
presidente de la Conmebol son aún más despreciables.