Carolina Vargas Bruna
Doctoranda en Ciencias de la Educación
U. Buenos Aires
El sistema escolar presenta muchos desafíos y entre ellos está la evaluación de los
aprendizajes de niñas, niños, jóvenes y personas adultas, pero el principal reto radica –a
mi juicio– en que las comunidades escolares comprendan que la evaluación es una
estrategia para potenciar el aprendizaje y no solo sus resultados.
Cabe recordar que, el año 2018 entró en vigencia el Decreto 67 que describe los
procedimientos para llevar a cabo la evaluación, la calificación y la promoción escolar. Esta
nueva norma representa la propuesta pedagógica más integral de la política educativa
chilena desde la promulgación de las bases curriculares para los cursos de primero a sexto
año básico (2012), y de séptimo a segundo medio (2015).
¿Y por qué es una propuesta pedagógica integral? Pues bien, hagamos memoria cómo
antes, al llegar a casa nuestras familias nos preguntaban qué nota nos habíamos sacado,
entregando en algunas ocasiones premios o castigos de acuerdo a nuestros resultados. En
tanto, en la sala de clases, nuestras profesoras y profesores nos decían que pusiéramos
atención porque la materia equis era “pregunta de prueba” o que nos bajarían puntos si
un trabajo era entregado fuera de plazo.
Al revisar el proceso de evaluación, entonces, queda evidencia que éste debe ser
planificado con un propósito “formativo” y en un contexto de confianza para demostrar
de mejor manera lo aprendido. Luego, la aplicación o desarrollo de las evaluaciones
pueden ser de manera grupal, promoviendo el trabajo colaborativo por sobre la
competencia. Y, por último, la cantidad o frecuencia de las experiencias de evaluaciones
deben ser orientadas por una necesidad de procesos de aprendizajes.
No es significativo para la calidad de la enseñanza que en cada asignatura se realicen seis
u cinco calificaciones por semestre: Lo relevante es que –en cada experiencia las y los
estudiantes– sean retroalimentados por sus docentes sobre sus niveles de logros y
oportunidades de mejoras.
Tan importante es la evaluación para el desarrollo de quienes se educan, que en cada
establecimiento educacional existe un Reglamento de Evaluación y Promoción Escolar que
debe ser socializado anualmente con la comunidad educativa.
Desde la perspectiva del hogar se recomienda solicitar la mayor información posible a la
escuela o liceo para poder apoyar el estudio sistemático para –entre otros aspectos–
conocer el calendario de evaluaciones y el tipo de instrumento que será aplicado.
Finalmente, una vez aplicada la evaluación es primordial que se informen los resultados a
través de una actividad reflexiva en la que haya participación de todas y todos, de tal
manera de generar un plan de mejora entre todas las personas involucradas y contribuir al
aprendizaje de quienes tengan mayores dificultades con el aporte de quienes tienen más
ventajas.