Carolina Castillo Gómez, dirige un equipo altamente especializado que es clave en las nuevas estrategias para controlar las bandas criminales que operan en nuestra región y toda la Macrozona Norte. En entrevista exclusiva con El Longino nos explicó en qué consisten estas tareas y el rol de las autoridades regionales para apoyar la labor policial.
Isabel Frías
Periodista U.C.
Llegó destinada a Iquique en enero de este año y, al mes siguiente, la Comisario Carolina Castillo Gómez asumió formalmente el liderazgo del estratégico Laboratorio de Criminalística de la Policía de Investigaciones de Tarapacá. Un espacio de altísima complejidad –tanto humano como tecnológico– y que no suele estar en el primer plano de la noticia, pero que cumple una gestión clave en las causas judiciales que encabezan los diferentes tribunales de justicia, incluyendo al Ministerio Público.
De hecho, llegamos a ella precisamente a raíz de la particular incautación de lingotes de oro por 300 millones de pesos, en una investigación que encabeza el fiscal del Tamarugal Hardy Torres y donde la Comisario realizó una reveladora información sobre el nivel que está alcanzando el LACRIM regional: “Con este tipo de pericias científicas forenses, logramos ser un referente en la zona norte de nuestro país, ya que nos permite dar respuesta satisfactoria a nuevos requerimientos solicitados por el Ministerio Público”.
Antes, esas y otras pericias siempre debían remitirse a Santiago y ahora esta Región cuenta con el personal calificado y la tecnología de alta precisión científica.
– Así es. Desde LACRIM nosotros somos el soporte para los oficiales investigadores y les aportamos la prueba, la evidencia. Pero, además trabajamos coordinadamente con el Ministerio Público y con los tribunales de justicia que llevan Causas criminales, sin perjuicio que también está abierta la posibilidad que nos soliciten de manera directa algunas pericias muy específicas o críticas.
¿Cómo explicaría a nuestros lectores, en primer lugar, el alcance de la inversión tecnológica o de los recursos físicos que están operando para pesquisar los delitos?
– Sobre todo en Iquique y dado que la institución está reforzando la labor policial en toda la Macrozona Norte, existe una gran inversión desde el nivel central de la PDI, pero también desde el Gobierno Regional.
De hecho, hay proyectos con el Gobierno Regional que podrían enriquecer mucho más la labor policial, porque este laboratorio forense en este momento funciona en Iquique con 9 Secciones, pero el próximo año se podrían incorporar otras, tales como la de electro-ingeniería.
¿De qué se trata el proyecto que están elaborando a través del Fondo Regional de Tarapacá?
– Esa inversión está pensada para nutrir un departamento que nosotros ya tenemos armado, como es la Sección Química. Sin embargo, me gustaría compartir con sus lectores que existen muchas más iniciativas y logros que se han materializado gracias a esos fondos locales que se vienen trabajando desde hace un par de años atrás.
Con este antecedente se entiende mejor la solicitud de mayores recursos hecha por Delegados Presidenciales de las regiones del norte a la Ministra Izkia Siches, hace unas semanas, para encarar tanto la migración irregular como la actividad criminal
– En efecto, pero en lo que respecta al trabajo de LACRIM Tarapacá, acá estamos enfocados en el tema científico. Y bajo ese predicamento, nuestros requerimientos pasan por incorporar tecnología de punta, actualizada.
Tal vez en una primera mirada, no es tan evidente la relación con el tema de la criminalidad ni de la crisis migratoria, pero de alguna manera todo llega hasta este Laboratorio.
¿De qué manera por ejemplo llegan pericias relacionadas con asuntos migratorios?
– Un ejemplo cotidiano son las dificultades relacionadas con la identificación de las personas. Tenemos a cargo, por citar un ejemplo, las labores ligadas a los N.N. (sin nombre o identificación) y que llegan a nuestra Sección Huellas en esa condición. Solo durante enero de 2022 tuvimos 4 ciudadanos N.N., algo que antes era muy ocasional y hoy es muchísimo habitual.
Ahora, como la condición de N.N. afecta mayoritariamente a extranjeros, las tareas involucradas son más largas que en el caso eventual de un chileno N.N., donde para el perito resultará más expedito cotejar las huellas dactilares con el registro de nombres nacional.
En el caso de los delitos de narcotráfico, ¿cuál serían las necesidades tecnológicas?
– No es una, sino un conjunto de pericias las que involucra ese ámbito criminal. De partida, debemos contar con peritos que van desde los fotográficos, planimétricos, peritajes químicos y peritajes mecánicos, pero hay muchos más porque se aplican a todo tipo de delitos y no solo a los homicidios.
Le doy ejemplos: Un peritaje mecánico es establecer la adulteración de los números de chasis de un automóvil. Si un arma -utilizada en una riña o asalto- llega quebrada al laboratorio, los peritos deben dictaminar si las partes corresponde a un mismo elemento. Los peritos planimétricos, en tanto, pasan a ser “los ojos” del Fiscal o del Tribunal en el sitio del suceso, donde se cometió el delito o ilícito y eso los hace muy importantes; sin olvidar que toda investigación debe acompañarse de un peritaje fotográfico y recolección de evidencias.
Toda tecnología debe ser operada por profesionales y, si hay más pericias ¿se requiere contar con mayor personal también?
– Por supuesto. Y ya el año pasado, respondiendo su pregunta, incrementamos considerablemente la dotación, en especial de la sección de recolectores de evidencias, pero enfrentamos desafíos amplios y complejos en la región.
¿Y qué le falta a esta LACRIM que es centro de referencia para todo el Norte?
– No es que nos “falte”, sino que podríamos incrementar el número y el tipo de pericias, entendiendo que la cantidad está vinculada a contar con mayor recurso humano calificado para atender la realidad criminal y forense desde Arica hasta Copiapó.