Un equipo científico realizó un novedoso estudio de laboratorio en el que descubrieron que el momento del día en el que más intensamente se percibe el dolor es a las 4 de la madrugada. Muchas razones existen para ese fenómeno y conocerlo ayuda a manejarlo mejor.
Isabel Frías
Periodista U.C.
A todos los seres humanos nos unen muchas cosas similares y una de ellas es la sensibilidad al dolor que emana del propio cuerpo y que suele ser una señal de alerta de fenómenos más intrincados.
Tras muchos intentos de definición, finalmente la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), acordó expresarlo como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con daño tisular real o potencial”.
4 DE LA MADRUGADA, LO PEOR
Ahora, ¿por qué la sensación aumenta por la noche, cuando estamos a salvo en nuestra cama parece ser un enigma ya resuelto?
La explicación tiene que ver con los sistemas de procesamiento de nuestro cerebro y con la ciencia de la percepción.
Allá por los años 60, Roland Melzack y Patrick Wall propusieron su Teoría de la Puerta en la que proponían que en la médula espinal hay una puerta que permite o no pasar a los estímulos dolorosos hacia el cerebro.
Dicho de otro modo: habrá ciertas cosas que hacen que se cierre la puerta y sintamos menos dolor y otras harán que se abra y que lo sintamos con mayor intensidad.
Un ejemplo es el acto mecánico de frotar la piel en el mismo lugar donde hemos sufrido un golpe o daño, de tal manera que la sensación de fricción compite con la de dolor y se siente “menos”.
Desde los años 60, nuevas teorías, nuevas técnicas y nuevos hallazgos han ido nutriendo la ciencia del dolor. Así, un estudio recién publicado por la prestigiosa Brain apunta también hacia los ritmos circadianos como un posible agente clave en el fenómeno de la acentuación nocturna: En vigilia y sol dolería menos; mientras, en la noche se enciende…
El equipo científico realizó un novedoso estudio de laboratorio en el que descubrieron que el momento del día en el que más intensamente se percibe el dolor (inducido experimentalmente, en este caso) es a las 4 de la madrugada.
Una posible explicación es la falta de sueño y el cansancio de la persona afectada de dolor que la hace mucho más vulnerable.
Estos cambios pueden estar relacionados con los niveles cíclicos de hormonas que tenemos durante el día, como el cortisol, relacionado con el sistema inmunológico y la inflamación, y la melatonina.
Pese a todo, no hay que olvidar que se trata de un estudio experimental, en un ambiente de laboratorio, donde los participantes no se encuentran en su entorno natural (durmiendo en su cama) y reciben estímulos dolorosos de forma artificial (mediante una máquina que induce calor).
UTILIDAD DEL DOLOR
Tendemos a pensar en esta sensación como algo negativo, ya que, por definición, se trata de una experiencia desapacible. Pero el ser humano es una máquina compleja y bien engranada, que raramente tiene funciones que están ahí “porque sí”.
La finalidad del dolor radica en la particularidad que sirve de “aviso” de que algo va mal o simplemente no está sano ni bien; es un mecanismo de supervivencia que ayuda a mantenernos a salvo de los peligros que pueden amenazar nuestra integridad física. Por poner un símil: se trata de un sistema de alarma que posee nuestro cerebro para decirnos que estamos en riesgo y que nos insta a ponernos a salvo. Y es desagradable para que sintamos la necesidad de evitarlo.
Sin embargo, la concepción moderna lo entiende como un producto de nuestro cerebro: es este órgano quien nos dice dónde, cuánto y de qué manera nos duele.
Pero eso solo es parte de la experiencia, ya que el concepto de dolor incluye nuestra interpretación emocional, y también por ese motivo hay personas que son más fuertes para resistirlos y otras.
No importa si se trata de un dolor de oídos, muelas, estómago o pecho. Todo parece indicar que estas molestias hay que tener presente que se intensifican tras la caída del sol.