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Decálogo de factores que empeoran la vida de las personas en situación de calle

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Por Ximena Torres Cautivo, Comunicaciones Hogar de Cristo

  1. El más obvio es el invierno. Y en él se sostiene la activación del Código Azul. Este programa
    del Ministerio de Desarrollo Social se pone en marcha cuando las temperaturas en algunas
    regiones –no está presente en todas– bajan de los cero grados y/o hay anuncio de lluvias o
    nevadas intensas, cuestión que ocurre por estos meses. Actualmente, existen 1.840 camas
    disponibles en el marco del Código Azul, las que son insuficientes dada la cifra oficial de
    personas en situación de calle que es de 40 mil, aunque las organizaciones de la sociedad
    civil que se ocupan del tema creen que es aún mayor. En julio del año pasado se
    implementaron 3 mil camas, lo que sigue siendo como una gota en el mar. No sabemos
    qué se proyecta para este 2023, en que la noche más larga, la del 21 de junio, amenaza
    con ser también muy fría.
  2. El verano y las olas de intenso calor, producto del cambio climático que estamos
    experimentando cada año con más intensidad. El Código Azul no tiene su correlato Rojo.
    Pocos ven que cuando la temperatura supera los 30 grados, como sucedió durante los
    meses de diciembre, enero, febrero e incluso marzo, la gente que vive en la calle los
    experimenta con mayor intensidad. La ciudad se calienta, el asfalto se derrite, el cemento
    proyecta y amplifica el efecto de los rayos UV, el agua potable no es de fácil acceso.
  3. Ser mujer. Siempre decimos que las mujeres pobres son más pobres que los hombres
    pobres, pero las más pobres y vulnerables dentro de este grupo son las que viven en
    situación de calle. Porcentualmente son mucho menos –16% del total era la cifra que
    manejábamos antes de la pandemia– y es comprensible que así sea, porque la violencia de
    la calle las hace vivir en una vulneración permanente, donde al abuso sexual y las
    violaciones son pan de cada día (mucho más abundante que el pan). Como nos decía una
    de ellas: “Si necesitas un rincón, un techo para pasar la noche, debes prestar el cuerpo. A
    hombres viciosos y sucios. Es asqueroso”.
  4. Ser extranjero. El bullado caso de la golpiza que condujo a la muerte a Milton Domínguez.
    un migrante colombiano indocumentado a manos de cuatro ex marinos en Iquique habla
    por sí solo.
  5. Ser niño. Esta es una realidad oscura, poco divulgada, de la que pocos se hacen cargo y
    que los propios padres ocultan por temor a que el Sename, hoy Mejor Niñez, les quite la
    tuición de sus hijos. El fenómeno migratorio ha aumentado la presencia de familias con
    niños en situación de calle.
  6. Ser adulto mayor. Si hay algo peor que vivir en calle, es morir en ella. Y eso es lo que les
    termina pasando a muchos hombres adultos mayores que, por quiebres afectivos,
    económicos, familiares, llegan a la situación de calle, la que envejece y mata a una
    velocidad sorprendente.
  7. Ser homosexual o persona trans. En estos casos, la violencia y la discriminación alcanzan
    sus mayores cotas. Se trata de una población expuesta a golpes y abusos de todo tipo, con
    altos niveles de consumo de pasta base, suicidio, VIH y tuberculosis, y con una lucha cada
    vez más encarnizada por el espacio, copado por migrantes, los que en muchos casos los
    consideran “fenómenos”. “La calle es machista”, nos dijo una trabajadora social experta
    en el tema.
  8. La discapacidad mental. Esta condición amplifica la discriminación, incluso dentro de las
    mismas personas en situación de calle. La vida en esta condición aumenta y agudiza
    además los trastornos psíquicos ya existentes.
  9. El consumo problemático de alcohol y drogas. Si bien para ellos es vista como una “ayuda”
    frente a la precariedad de vivir en la calle (muchos hablan de que es una manera de
    “calentarse por dentro”, en estas fechas invernales), el deterioro de la salud física y
    mental, la violencia, la pérdida de dignidad y consciencia asociadas a él, van minando a la
    persona por dentro. Y también matan en esta época, porque hacen perder la conciencia
    del frío, adormecen y aparece la muerte por hipotermia.
  10. El desprecio y la discriminación. Más doloroso que el frío, que el hambre, que la
    enfermedad, es sentirse invisible o, peor, mirado como escoria. Ese sentimiento de no
    verse nunca reflejado en los ojos de las demás personas, porque te rehúyen la mirada, nos
    lo han confesado muchas de las casi diez mil personas a las que acoge el Hogar de Cristo
    en sus programas, donde el más alentador es Vivienda Primero, el que verdaderamente
    busca una salida integral a la situación de calle en la que viven 40 mil personas en Chile.
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Jueves 30 de Noviembre de 2023
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