Share América
El 20 de julio de 1969 cientos de millones de personas en el mundo se acercaron a la televisión o se congregaron en espacios públicos para mirar a Neil Armstrong y Buzz Aldrin, astronautas de Estados Unidos, llegar a ser las primeras personas en caminar sobre la luna.
“Este es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”, dijo Armstrong en una famosa declaración que hizo al poner un pie sobre la luna. Sin embargo es difícil imaginar que incluso el comandante del Apolo 11 supiera cuanto esa misión estaba uniendo a las personas en la Tierra.
“En todos los continentes la gente detuvo todo lo que estaba haciendo para seguir el vuelo”, dijo Teasel Muir-Harmony, curadora del Museo Nacional Smithsoniano del Aire y Espacio. “No se trataba solamente de enviar humanos a la luna, también se trataba de unir a las personas en la Tierra”.
Un acontecimiento mundial
El presidente John F. Kennedy propuso la llegada de un hombre a la luna apenas ocho años antes de que la misión del Apolo 11 del 16 al 24 de julio hiciera de ese sueño una realidad. Cincuenta y cinco años después el alunizaje figura entre los acontecimientos más importantes del siglo XX por la manera en que unificó al mundo en una celebración de ese logro humano.
Se calcula que en todo el mundo hubo 650 millones de personas que vieron el alunizaje, incluyendo el 94 % de los hogares de Estados Unidos que tenían un televisor.
- La estaciones de gasolina en Holanda repartieron “mapas de la Luna” mostrando el lugar donde los astronautas se posarían sobre el satélite.
- En Laos el alunizaje fue difundido como la primera emisión nacional en vivo en el país de un evento noticia mundial.
- Chile y Venezuela declararon feriado nacional el 20 de julio para que la gente pudiera ver el alunizaje por la televisión.
Fue “un momento invaluable en la historia del hombre”, dijo el presidente Richard Nixon en ese momento, y agregó que “todos los pueblos de la Tierra verdaderamente son uno solo”.
“El simple hecho de poner a alguien en el espacio era increíblemente extraordinario”, dice Brian Odom, jefe historiador en la NASA. “Pero el ver esas imágenes y esos vídeos desde la luna hizo que el mundo entero se alterase, no solo Estados Unidos sino toda la comunidad internacional. Fue un momento “para toda la humanidad”.
Colaboración temprana
El enviar astronautas a la luna fue un logro extraordinario para la ingeniería estadounidense, hecho posible por cientos de miles de personas. Utilizaron la tecnología disponible en la década de 1960, incluyendo las tempranas computadoras para la navegación que según Odom “no tienen nada que ver con lo que se tiene en un teléfono actual”.
Aunque con ingeniería primaria por parte de la NASA, la misión Apolo 11 y su recepción mundial se benefició del apoyo internacional. Suiza aportó relojes especiales para astronautas que funcionaban con gravedad cero y Australia contribuyó con tecnología receptora necesaria para transmitir en vivo la llegada a la luna a todo el mundo. En una muestra de solidaridad, los astronautas dejaron sobre la luna un disco inscrito con los mensajes de líderes mundiales.
Tras la misión la NASA compartió con líderes mundiales muestras lunares como un regalo de unidad mundial. La NASA también compartió muestras lunares del Apolo 11 y de misiones posteriores con científicos de Estados Unidos y de otros países. El estudio de esas muestras ha ampliado los conocimientos científicos sobre nuestra luna y el sistema solar.
Luego del Apolo 11 “cualquier dato que los astronautas trajeran de vuelta a la Tierra” fue compartido con la comunidad científica, dijo Odom, y agregó que “fue una oportunidad única, verdaderamente, para colaborar”.
Siguientes pasos
La colaboración demostrada en las primeras misiones lunares hoy se ha convertido en un fundamento de la exploración lunar. La NASA trabaja con asociados internacionales y comerciales en el programa Artemis, cuyo objetivo es establecer la presencia a largo plazo en la luna como preparación para el envío de astronautas a Marte.
Más de 40 países, incluyendo Estados Unidos, han firmado los Acuerdos Artemis, una serie de principios orientadores para hacer que la futura exploración espacial sea pacífica, sostenible y beneficiosa para todos.
En noviembre de 2002 la NASA lanzó al Artemis I, un vuelo no tripulado de prueba de la nave espacial Orion, con apoyo de la Agencia Espacial Europea. Y la NASA trabaja con el sector privado de Estados Unidos y del Japón para fabricar vehículos que permitan a los astronautas explorar el escarpado polo sur lunar.
Cuando la NASA y sus asociados se embarcan en esta y otras misiones espaciales futuras, los primeros pasos de los astronautas del Apolo hace décadas son una inspiración. Fue algo “más grande que cualquier país”, dijo Muir-Harmony. “Realmente trató de lo que la humanidad puede lograr cuando se une”.