Era marzo de 2020 y una noticia sin precedentes conmocionó al mundo entero. El COVID-19 se tomó las calles que, poco a poco, comenzaron a quedar vacías, y las camas de clínicas y hospitales tuvieron que destinarse casi exclusivamente al tratamiento de los pacientes infectados con el temible virus. Durante más de 2 años dejamos de vernos los rostros completos, ahora cubiertos por mascarillas quirúrgicas, y nos olvidamos de saludar estrechando nuestras manos o cuerpos en un abrazo fraterno.
Muchas vidas se perdieron producto del coronavirus y, también, muchas mujeres dejaron de acceder a sus controles regulares por el temor de acudir a los centros de salud, posponiendo sus mamografías y consultas médicas. Esto significó que, para muchas, el cáncer mamario fuera diagnosticado en etapas más avanzadas, en las que las posibilidades de tratamiento y curación son menores. El acceso a la detección precoz se vio gravemente afectado, con el consiguiente incremento en los fallecimientos por esta enfermedad de esposas, madres, hijas y hermanas.
Es así como hoy el cáncer de mama es la principal causa de muerte oncológica en mujeres de Chile. De hecho, en 2023 hubo un 10,71% más de decesos por esta patología en comparación con 2022, alcanzando un total de 1.789 fallecidas el año pasado. Esta alarmante cifra se traduce en la pérdida de 5 mujeres al día en nuestro país, ¡cinco!
Las cifras hablan por sí solas: el 38% de los fallecimientos por cáncer de mama en 2023 ocurrieron en mujeres de entre 50 y 69 años, y un 39% en pacientes de entre 70 y 89. Es urgente que redoblemos los esfuerzos para que estas estadísticas no sigan creciendo. El problema, sin embargo, no radica únicamente en las secuelas de la pandemia o en la biología de este cáncer, sino también en la subutilización de la mamografía, el único examen que posibilita identificar esta enfermedad en sus fases iniciales, permitiendo que hasta un 95% de los casos detectados a tiempo se curen. La prevención y el diagnóstico precoz son esenciales para evitar más pérdidas.
El cáncer de mama no discrimina. Si bien tener antecedentes familiares aumenta el riesgo, la mayoría de las mujeres que desarrollan esta enfermedad no tienen un historial familiar. Por lo tanto, ninguna puede permitirse ignorar sus chequeos preventivos. El autoexamen mensual -desde los 20 años- y la mamografía anual -a partir de los 40- pueden marcar la diferencia. No obstante, el autoexamen no detecta precozmente el cáncer de mama y solo se recomienda para que las mujeres aprendan a conocer su cuerpo y consulten ante algún hallazgo, pero no reemplaza por ningún motivo a la mamografía. Asimismo, también es fundamental un cambio en los hábitos de vida. Está comprobado que el consumo de tabaco, la ingesta excesiva de alcohol, el sedentarismo y las dietas ricas en grasas son factores de riesgo que predisponen a este y muchos otros cánceres.
Cuando llega una paciente a mi consulta y tengo que darle una mala noticia, pienso en que si esa mujer se hubiese hecho la mamografía a tiempo, podría haber enfrentado un mejor pronóstico. No podemos permitir que esta patología siga arrebatando vidas que podrían salvarse. El impacto del COVID-19 en el retraso de los diagnósticos subraya aún más la necesidad de actuar hoy. Es hora de tomar conciencia. Por eso, en el Mes de la Concientización sobre el Cáncer de Mama y durante todos los meses del año, desde FundaciónArturo López Pérez (FALP), a las mujeres les decimos: “Aunque cueste, primero nosotras: Detectar el cáncer de mama, cuanto antes mejor”.
Esta campaña necesita del compromiso de toda la sociedad. Debemos ser más proactivos en la promoción de la salud, asegurándonos de que nuestras madres, hermanas y amigas se realicen sus controles anuales. Más aún, es crucial que desarrollemos una cultura en la que el autoexamen mensual y la mamografía anual sean prácticas regulares, no excepcionales. El futuro de nuestras mujeres está en nuestras manos. Que el miedo, la desinformación o las secuelas de una pandemia no sean excusas para descuidar su salud. Actuemos hoy, para salvar vidas mañana.
Jefe Unidad de Cirugía Oncológica y Reconstructiva de Mama FALP.