Por Anastasia Gutkevich, cofundadora y CEO de Bifidice
Vivimos en un momento de la historia donde las mujeres están logrando cada vez
mayor presencia y protagonismo en distintos ámbitos de la sociedad. Pero hay
áreas donde se ha avanzado más lento que en otras, y este es el caso de la ciencia y
la biotecnología y sobre todo, en startups de este rubro lideradas por mujeres.
El ejemplo más claro es que sólo un 3% de Premios Nobel en ciencias han sido
otorgados a mujeres. Actualmente la Unesco estima que a nivel mundial, apenas un
29.3% de mujeres son investigadoras científicas, mientras que en Chile esta cifra
alcanza un 33%, pero sólo un 18% de ellas logra conseguir empleo en su área, según
los resultados de un estudio realizado por Inter American Development Bank.
Aunque en los últimos años se ha tomado mayor conciencia acerca de la notoria
inequidad de género en el ámbito de las ciencias y se están impulsando distintas
iniciativas para promover el desarrollo profesional científico en niñas y jóvenes, aún
existen ciertos grados de discriminación.
Como miembro del creciente grupo de mujeres trabajando en el campo científico,
puedo afirmar que cualquier camino en el área de la biotecnología es complejo, ya
que muchas veces los logros del trabajo investigativo se obtienen en el largo plazo y
es difícil encontrar visionarios comprometidos. Además, para nosotras el ambiente
puede volverse particularmente hostil, ya que nos es más difícil encontrar
financiamiento o la confianza necesaria para seguir adelante en nuestras
investigaciones o emprendimientos. A la hora de levantar capital privado, siguen
pesando prejuicios en torno a la maternidad y también las diferencias debido al
menor acceso femenino a la educación científica durante la etapa escolar.
Pero estoy convencida de que a pesar de todos estos retos, nosotras tenemos
mucho que aportar en el ámbito de la ciencia y la biotecnología y no existe ningún
tipo de impedimento para que podamos ejercer en estos campos con eficacia y
buenos resultados. Es más, creo que incluso podemos ser más prácticas, entregar
mayor valor agregado y crear nuevas soluciones a los desafíos que estamos
enfrentando hoy como sociedad, entre ellos la crisis climática, la escasez de
recursos naturales o la alta prevalencia de distintas enfermedades.
Los beneficios también se aplican a nivel macro. La Unesco asegura que fomentar la
igualdad de oportunidades en carreras científicas ayuda a reducir la brecha salarial
de género, mejora la seguridad económica, garantiza una fuerza de trabajo diversa y
talentosa, y evita los sesgos.
Por eso, mi mensaje a las niñas, jóvenes y mujeres que quieren dedicarse al mundo
científico es confiar más en nosotras mismas, seguir adelante aún cuando te
quieran opacar y tener paciencia con los resultados. El mundo científico nos
necesita y el impacto que podemos lograr no tiene límites.