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Felipe Berríos y migración en el norte

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“Uno no puede seguir negándola, militarizando la frontera y creer que con eso se va a terminar el problema”

El sacerdote jesuita señaló las que a su juicio son las claves para entender y avanzar en subsanar el fenómeno migratorio en el país, asegurando que ni el despliegue de los militares en el norte, ni los procesos de expulsión terminarán con la problemática que ha postergado el Gobierno en detrimento de la población extranjera y chilena.

En conversación con el periodista Claudio Medrano en la primera edición de Radioanálisis, de radio Universidad de Chile (www.radio.uchile.cl) el sacerdote jesuita Felipe Berríos abordó la crisis migratoria agudizada en el norte del país, por lo cual el Gobierno, tras una negociación con los dirigentes del gremio transportista, decretó estado de excepción constitucional de emergencia. Una medida que Berríos consideró exigua e inadecuada si es que no se acompaña con una visión panorámica sobre las olas migratorias que permita apuntar al fondo del fenómeno.

Para el activista y escritor chileno que ha vivido gran parte de su vida en el campamento Luz Divina VI, en el sector de La Chimba de Antofagasta, el escenario que protagoniza el norte es una mezcla de distintos problemas cuyos orígenes están en la ineficiencia administrativa del Gobierno, en la centralización y en la criminalización hacia la comunidad migrante. En ese sentido lamentó la indolencia de las autoridades al no llegar a tiempo con las medidas que subsanen el conflicto dado que eso genera un sentimiento de abandono en la ciudadanía y por consecuencia, la desafección frente a las instituciones.

“Hay una cantidad de gente, no sólo la gente de la periferia de la ciudad, la gente más modesta, sino que sectores medios, me atrevería a decir medios altos, que han resuelto sus vidas sin el Estado, entonces eso es muy dañino para una democracia y para una institucionalidad y es muy difícil de reparar e integrar después a esas personas, que se sientan parte de una comunidad, que vayan a votar, que participen, que cuiden las cosas porque en el fondo ellos han sentido que los abandonaron y tuvieron que arreglarse por su propia cuenta”, indicó, ilustrando lo que es a su juicio uno de los próximos grandes desafíos para el país.

Respecto al estado de excepción constitucional decretado por el Ejecutivo este fin de semana en las comunas de Arica, Parinacota, Tamarugal y Loa, el sacerdote sostuvo que si bien hay que aplicar las leyes y hacer respetar el Estado de Derecho sin ambigüedades, también “hay que saber cómo solucionamos los problemas de fondo”, señaló.

“Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos estuvimos con el presidente Trump que no reconocía el problema del calentamiento global pero por mucho que no lo reconozcas, el problema está, hay inundaciones o hay sequía y hay que enfrentar ese problema. Igual la inmigración es algo que ya está en el mundo globalizado y llegó para quedarse entonces uno no puede seguir negándola o amenazando, o militarizando la frontera y creyendo que con eso se va a terminar el problema”.

En cuanto a los factores que su juicio explican los motivos por los cuales las autoridades han soslayado el fondo de la crisis migratoria, el sacerdote adujo el profundo racismo que hay en Chile, el cual presupone que si el migrante “es caucásico, si es de origen europeo, lo llamamos extranjero y creemos que viene a aportar”, mientras que “si es latinoamericano, sobre todo si es pobre, lo vemos con sospecha”.

“Si es con rasgo amerindio o con rasgos afroamericanos, sospechamos de él inmediatamente y creemos que es un estorbo porque nos sentimos nosotros más europeos que latinoamericanos”, sostuvo al respecto, considerando este como un “prejuicio tonto” que  “ha sido incentivado por los medios de comunicación, especialmente por las autoridades de gobierno”.

Abordando las manifestaciones anti migrantes que han surgido con fuerza en el norte del país, Berríos sostuvo que la animadversión de la población chilena se alimenta por la ausencia de las autoridades en la resolución de los problemas, como lo es por ejemplo, el hacinamiento en la vía pública. En eso el sacerdote hizo una diferencia entre los que son a su modo de ver los “nuevos chilenos”, que son personas que han establecido familias en el territorio nacional, que celebran las conmemoraciones nacionales como el 18 de septiembre y que se proyectan en el país, con aquellos migrantes que llegan a Chile por razones específicas y cuyo paso es efímero.

“Yo creo que lo que molesta a la gente es cuando comienzan a vivir en carpas, al medio de los parques o en ciertas zonas públicas y la gente aguanta un día, dos días, entiende que es una persona de paso, que no tienen, pero cuando las autoridades no hacen nada y esa situación de alarga y se alarga y empiezan a ensuciar y a ocupar las zonas que son de todos, eso es lo que a la gente le provoca rabia y toman atajos, en vez de llamar la atención de las autoridades, de decir ‘resuelvan esto, hagan alto’, se enojan contra la persona que está ahí”.

En cuanto a los procesos de reconducción, que iniciaron con la publicación del reglamento de la Ley de Migración en el Diario Oficial, Berríos hizo eco de las críticas que han surgido en cuanto a la falta de coordinación con los países vecinos para gestionar el recibimiento de las personas migrantes y así evitar que terminen varados en la frontera. En ese sentido aseguró que para buena parte de la población migrante, entrar de forma regular al territorio nacional es prácticamente imposible. Una situación que es causa de las condiciones en las que se encuentran los países aledaños y no de la voluntad de las personas que realizan el éxodo, como habitualmente se cree, señaló.

“No se está dando visa y no hay como sacar las visas tampoco de estos países. No en todos lados hay consulados donde tú puedas postular y se nos olvida que Venezuela es una dictadura. Gente que está arrancando ¿Cómo va a estar pidiendo que les den los papeles para postular a una visa? Entonces se usan esas palabras que no reflejan la realidad y al no reflejar esa realidad, es difícil que se pueda solucionar el problema o darle una salida”, indicó, añadiendo a ese diagnóstico la dificultad de controlar el ingreso de los migrantes en los pasos que son milenarios.

En ese sentido consideró adecuado llegar a acuerdos con el resto de los países de Latinoamérica, reforzar las fronteras pero “viendo posibilidades en que la gente pueda hacer sus trámites” y otorgar a quienes logran entrar al país, una visa de trabajo por un año.

“De esa manera tu sabes quiénes son, se los quitas a las mafias que son las que los explotan y las que los traen, no compite deslealmente con el trabajador chileno porque lo rige la ley laboral, aporta con sus imposiciones al país y después de un año puedes revisar qué ha hecho esa persona”, señaló

Proyectando lo que será la gestión del próximo gobierno encabezado por Gabriel Boric frente a la crisis, Berrios aquilató esta materia como uno de los grandes desafíos para la próxima administración. Sin embargo vaticinó algunas mejorías en atención a las perspectivas que ha manifestado el conglomerado de Apruebo Dignidad frente a la migración.

“Tener un gobierno donde el Presidente viene de regiones y sabe la importancia que es que las regiones conocen los problemas locales y segundo, están con una actitud distinta que no significa una frontera totalmente abierta, pero tampoco significa siempre estar mirando con sospecha y poniéndole trabas al que entra, creo que esa actitud va a ayudar a buscar una solución un poco mejor”.

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